En las últimas semanas ha llovido muchísimo, tanto, que dudo recuerde un mes más lluvioso que el pasado y aún colea algo estos días. Sin embargo, en todo ese tiempo no he tenido un sólo problema con internet. Esta declaración, que para muchos de vosotros sonará como algo obvio no lo era tanto para mí no hace mucho.
Hace muchos años decidí vivir fuera de la ciudad. En esta zona abundan las casa de campo no muy lejos de algún núcleo urbano y desde siempre he tenido una para vacaciones y fines de semana. Eso, de pequeño estaba muy bien, de mayor… bueno, también, pero la vida actual requiere de ciertas cosas para las que el campo aún no está adaptado.
No voy a montar ningún drama sobre la España vaciada porque hay muchos pueblos en peores condiciones y con facilidades a mucha mayor distancia que yo, pero sí es cierto que, entre las pocas cosas que sí me traían de cabeza, estaba la conexión a internet. En la ciudad está muy bien porque hay 50 proveedores de fibra hasta el inodoro de tu hogar, pero en la periferia te lo tomas tan a humor, que cuando te llama el teleoperador de turno le dices que sí, que vengan a ponértelo… hasta que le das la dirección y se dan cuenta de que ahí no hay servicio.
El caso es que cuando me vine a mi hogar actual hace más de 10 años, sólo había un único proveedor de servicio. Una compañía local que ofrecía 8 mbps de bajada por Wimax. Bueno, era lo que había y no me iba a quejar. Casualmente al muy poco añadieron una oferta superior de 12 megas así que la cogí de buen grado. Desde entonces, nunca han vuelto a mejorar la velocidad.
El tiempo avanzaba y las necesidades de mejores conexiones, también. Sobre todo con el auge de servicios en streaming y, por supuesto, la descarga de juegos digitales. Esto era especialmente frustrante cuando salía algo en Game Pass de salida sin precarga, lo que significaba que nunca lo iba a jugar de salida igualmente, je.
El caso es que en paralelo y sin saberlo, allá por 2015 Elon Musk, en una de sus múltiples locuras, anuncia Starlink. Una red de satélites de baja órbita desplegados por todo el mundo para dar cobertura a toda esa gente que no estaba nada satisfecha con su conexión actual a internet. Como formaba parte de SpaceX, con las mismas pruebas de sus lanzamientos de cohetes podrían ir desplegando satélites.
No voy a entrar en las polémicas con los servicios de observación espacial, ni de que el mismísimo Jeff Bezos tenga en mente lo mismo con Proyect Kuiper (incluso la Unión Europea se quiere subir al carro). Y voy a obviar igualmente el resto de servicios que ya existían de internet por satélite geoestacionario puesto que las pegas (límites de descarga y/o ping) son prácticamente peores que una conexión Wimax como la que tenía.
En lo que me voy a centrar es, lógicamente, en mi experiencia personal. Mientras Starlink iba colocando satélites poco a poco, iba igualmente desplegando su servicio beta en E.E.U.U, luego Canadá, después Reino Unido, Australia… llegando finalmente el turno a Europa en febrero de 2021. Me apunté en cuanto fue posible hacerlo pagando 99€ de reserva.
Entonces sólo cabía esperar ya que igualmente seguía intentando ver otras alternativas. Aparecieron otras compañías que prometían internet en la zona (aire, 4G o Wimax, nunca cable) pero no habían llegado aún a mi ubicación. También las compañías de teléfono y su orgullo con el 4G era una opción, pero la señal era la que era y apenas mejoraba en algo la velocidad que tenía.
Aún así necesitaba una conexión de seguridad igualmente porque con los 12 megas no daba para mucho cuando los fines de semana con más gente en casa o épocas con más usuarios en la zona la torre se colapsaba y era lamentable querer ver o bajar algo a ciertas horas. Así que tenía dos conexiones a internet (Wimax y 4G de movistar de una tarifa infinita) para que, al menos, si fallaba una pudiera seguir usando la otra.
2021 pasó bastante lento para mis deseos de un internet mejor y las fechas aproximadas de servicio de Starlink "entre mitad y final de año" no eran muy halagüeñas, incluso cuando terminó el año y me cambió la fecha a 2022 a secas me vi tirando con mi cada vez más desesperante conexión hasta el fin de mis días.
Pero nada más empezar el año empezaron a enviar correos de confirmación y pago de los kits. A diferencia de los proveedores de internet que vienen y te lo montan sin cobrar ningún aparato (o siendo muy barato y/o bajo penalización al darse de baja), Starlink exigía un pago de todo el equipo por 460€ (envío incluido) y un montaje completamente autónomo.
Aunque haya mucho cable y cosas en la caja, no hay más que enchufar a la corriente, conectar el ruter a la misma fuente de alimentación, poner el receptor sobre su plataforma y él mismo ya buscará los satélites mirando al cielo del norte. Así que salvo que tengas que salvar algún obstáculo en el campo de visión, es bastante para tontos.
Aunque aún debía ponerlo donde tocaba en el tejado, no podía esperar a hacer una prueba y ver si realmente todo lo que leía por reddit o veía por youtube era tan maravilloso como parecía o si realmente era una exageración. Y, efectivamente, no era mentira. La primera prueba que hice me lo confirmó bien rápido. Primero haciendo un test de velocidad con la conexión 4G y luego con Starlink.
En unos minutos tras enchufarlo, configurarlo a través de la app del móvil y esperar que encontrara señal de satélites, había conseguido una velocidad 10 veces superior. Ninguna otra compañía en 10 años había ofrecido absolutamente nada, ni por cable, ni por radio, ni por 4G. Nadie se había interesado en mejorar o cuidar en este aspecto una zona rural, pero por fin tenía una alternativa.
Lo tuve unos días por ahí con los cables en medio hasta que finalmente lo coloqué en el tejado y ahí lleva desde entonces. Igualmente desde entonces me di de baja primero en el servicio de Movistar 4G y muy poco después en el de mi compañía local, los cuales se sorprendieron tras tantos años y me comentaron que estaban empezando a ofrecer 30 mpbs con la reubicación del equipo a otra antena… pero para mí 30 mpbs ahora llegaban tarde.
Ahora bien, hablemos de dinero. Starlink es caro, bastante caro. Pago 108€ al mes y si no fuese porque me lo puedo permitir, pues me aguantaría pagando los 30€ de los 12mbps de mi compañía local o los 30€ (en oferta, 40€ sin ello) de la conexión 4G ilimitada que oscilaba igualmente entre 12 y 18 megas. Es decir, pago entre 3 y 4 veces más que una de esas conexiones pero también tengo una velocidad entre 10 y 20 veces mejor.
Esto es algo muy personal, hay que verse en una situación en la que te toca valorar tus ingresos, necesidades y, por supuesto, la seguridad del servicio. La conexión que tenía antes desde la pandemia ha sido horrible, yendo a pedales por saturación de la torre de emisión y, como decía al principio, cortes a poco que un día pillara una tormenta. Todo eso ha desaparecido de la noche a la mañana con Starlink.
Precisamente sólo he tenido un corte de 20 minutos el sábado de la semana pasada que fue a nivel global pero desde el primer día el servicio se ha mantenido estable como él solo. A lo largo del día suele estar en el rango de los 150 mpbs y tiene más tendencia a acercarse a los 250 que a los 100.
Lo más curioso es que prácticamente ya he dejado de preocuparme por mi conexión y únicamente hago tests por curiosidad, pero no he tenido ni un sólo problema (más allá del precio, claro) y es una de esas cosas que me cabrean ya que yo mismo no soy participe de llenar el cielo de miles y miles de satélites que puedan obstruir la observación del espacio, pero si durante 10 años nadie me iba a ofrecer una alternativa, acepto lo que sea.
Veremos como avanzan las teleoperadoras con el 5G y la llegada del mismo como alternativa a hogares rurales e igualmente la eterna promesa de despliegue de fibra en entorno fuera de la ciudad y, de llegar por fin, estaré encantado de volver a dejar mi proveedor actual y pasarme a otro.
La diferencia estará en que lo haré con una sonrisa como despidiendo a un amigo que ha hecho un gran trabajo ya que mientras compruebo mi velocidad al escribir estas líneas, es la única reacción que me viene a la mente. La de sentir que, por fin, estoy contento con mi internet.