Estamos en un caso bastante curioso, de esos pocos del año donde público y crítica no casan de una manera muy clara por motivos difíciles de explicar. Teniendo en cuenta que el humor del juego es el motivo por el que existe High on Life, todo lo que ocurra en él va a tener como fin contar alguna chorrada, tener una conversación absurda o poner al jugador en una situación extraña e incómoda pero basada en su manera de hacerte reír.
Si quitas ese apartado, tienes un juego normal y corriente con lo mínimo esperable en un juego de disparos con bastante exploración que no sobresale en ningún apartado. Las armas y las habilidades para moverte por ahí están sorprendentemente bien, pero tienes bugs, los personajes no se callan y nunca vas a poder tantos subtítulos, hay 6 o 7 enemigos diferentes contados, y oleadas y enemigos que absorben mil balas para hacer daño pueden llegar a ser frustrante si se omite, como digo el contexto de la historia y el humor.
Y aquí está ese elemento discordante. Si, por un momento se desconecta el cerebro del modo jugador elitista que exige grandilocuencia, historias humanas o personajes profundos con traumas y decide ponerse a ver un capítulo de Rick & Morty o Solar Opposites a modo jugable, quizás pueda verlo con otros ojos. No para encontrar una joya oculta ni mucho menos, pero quizás sí para ver algo más allá de las carencias.
Esto lo digo porque muchas veces parece que tiene que tiene que ser unánime una historia dramática o de acción (o incluso casi inexistente pero contada poco a poco con diferentes elementos) la que todo el mundo acepte como buena y si no te gusta es que no tienes ni idea, pero cuando se trata de humor, si no te gusta es problema del juego. Y eso es bastante interesante de plantear.