No podían imaginar los 48 pasajeros que se subieron en el tren Valencia-Zaragoza el martes a las 16.22 horas, cuando salía desde la estación del Norte, que iban directos a un infierno. Pese a que desde mediodía ya habían sido desalojados Torás y Bejís, el tren siguió su curso e, incluso, hizo una parada en Caudiel. La máquina siguió adelante y se topó primero con un humo denso y, poco después, se vio engullida en un escenario en llamas, en el incendio forestal que está arrasando el Alto Palancia (Castellón). Nadie explica por qué (o quién permitió que) un tren con pasajeros se adentrará en un paraje asediado por el fuego, pese a que dos horas antes de la salida la alerta había llevado a evacuar dos municipios.
La maquinista, aragonesa y con varios años de experiencia, actuó con prudencia y profesionalidad, según destacan los sindicatos, que culpan directamente a Adif de no haber suspendido el tráfico ferroviario. Fuentes de Renfe confirman que el punto en el que se produjo el accidente la circulación no estaba cortada en ese momento y señalan que el control de la infraestructura ferroviaria, las vías, corresponde a Adif. Por su parte, Adif, no confirma por qué esa zona no estaba cortada. A última hora de este miércoles, ante la insistencia de este medio, aportó, como explicación, que el tren anterior, el de las 12:13 horas, pasó sin problema y que nadie les comunicó la incidencia, hasta la llamada de la propia maquinista. No aportan más detalles porque, dicen, el caso ya «está judicializado».
Labores de extinción del fuego en Bejís. Domenech Castelló | EFE
El tren detuvo la marcha entre Masades Blancas y Barracas porque estaba muy cerca del fuego, y la maquinista decidió dar marcha atrás ya que creía que no podía atravesar la zona. Tampoco la actuación de esta profesional, que sufre heridas leves y tuvo una crisis de ansiedad, queda clara.
Según la versión del sindicato de maquinistas y de Renfe, la conductora llamó a la central para preguntar si podía volver marcha atrás ya que, al tratarse de una vía única, debía pedir permiso para evitar un posible accidente. Nada más tener luz verde, procedió a recorrer los vagones para alcanzar la segunda cabina, que está en el otro extremo del tren, y tomar el sentido contrario, lejos del fuego.
Sin embargo, esta versión difiere de la aportada a este diario por Virginia, de 30 años, pasajera del tren. «Yo me fui a la maquinista y le pregunté que qué estaba ocurriendo y que si se iba a pasar por esa zona. Ella contesta que sí, que continuamos la marcha y que no hay problema. Después de esto, me quedo tranquila. Doy por hecho que el tren va a rodear el incendio por otro sitio. Pero pasados unos 20 minutos, comenzamos a notar todos cómo comienza a subir la temperatura del vagón, entra humo... Nos asomamos a las ventanas y vemos que tenemos las llamas al lado, literalmente. Accedo otra vez a la maquinista y le digo: 'Por favor, haz algo, sácanos de aquí'. La maquinista, en ese momento, pierde los papeles por completo. Sale de la cabina de atrás y comienza a decir que no sabe qué hacer, que está esperando órdenes de los superiores, que no puede hacer nada, que el tren está bloqueado... [al haber accionado los pasajeros la palanca de emergencia]». Otros pasajeros completan el relato: la maquinista detiene la marcha del tren e intenta accionar la palanca para volver en sentido contrario, pero se da cuenta de que es imposible y comienza a correr de una punta a otra del vagón, hacia la locomotora de atrás; el tren avanza como cinco metros, se mueve unos tres segundos y se vuelve a bloquear.
Los pasajeros vivieron una situación dantesca: lenguas de fuego golpeaban los cristales de las ventanillas, el calor les llegaba y el tren estaba parado en medio de no sabían dónde, según explican familiares de las víctimas.
El paso de la maquinista para salir de la trampa mortal del incendio habría sido interpretado por algún pasajero como una huida. Eso, junto a la impresionante situación, hizo que se desatara el pánico y alguno de los pasajeros optara por abrir las puertas con el botón de emergencias. «Hizo que las llamas entraran con fuerza dentro de los vagones», según explican familiares de las víctimas. A partir de ahí el caos se desató: hubo quien saltó a las vías; otros que, tras quemarse, volvían a subir al tren... Varios se dirigieron andando hacia pueblos limítrofes; un niña de sólo cinco años se perdió por las vías...
La consecuencia han sido 20 heridos de distinta gravedad. Ayer, según fuentes de la Generalitat, permanecían cinco personas ingresadas en el Hospital de la Fe (cuatro mujeres, una en estado crítico, y un varón) con quemaduras y una mujer ingresada en el Hospital General de Valencia que ha tenido que ser operada de un tobillo.
Las autoridades, de momento, tampoco aclaran situación. El presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, señaló que la maquinista habría actuado correctamente y pidió aguardar a la investigación judicial y a la investigación interna que ha abierto Renfe para saber por qué el tren llegó a ese punto. Por su parte, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que visitó la zona, aseguró que la prioridad debía ser la recuperación de los heridos y confirmaba que se ha abierto una investigación para esclarecer lo ocurrido.
Ciudadanos ha anunciado que preguntará en el Parlamento valenciano por este incidente ferroviario. Según la portavoz de la formación naranja, Ruth Merino, es una negligencia y una irresponsabilidad que se dejase circular a un tren con todo el monte ardiendo y exige saber cuándo se tomó la decisión de cortar la circulación ferroviaria y si se llegó tarde.